jueves, 24 de febrero de 2011

... Nominee Nº 4. 127 Hours!

 Títulos de presentación. Comienza a sonar Never Hear Surf Music de Free Blood:

There must be something chemical (Chemical in your brain)


Y comienza la función: pantallas partidas por doquier que nos dejan ver multitud de escenas... multitudinarias, San Fermines incluidos, y la cámara no para quieta mientras Free Blood sigue animándonos a que lo cojamos si nos hace tontos, si nos hace corrernos, si nos hace olvidar versos o si nos hace sentir perfectos... Desde luego la canción no podría ir más acorde con la naturaleza de la película, pero de eso nos ocuparemos más adelante. Lo que es la canción introductoria es una auténtica declaración de intenciones y una advertencia para el espectador: los títulos de crédito son un "lo tomas o lo dejas". La película desde luego no va a arrepentirse después de allá adonde va. El que avisa no es traidor. Y sí, si permaneces frente a la pantalla lo que observarás será un adrenalítico y delirante viaje al momento decisivo en la vida de una persona, a ese punto de inflexión que a todos nos espera en esta vida de una forma u otra. Ese punto de inflexión, en la vida de Aaron Ralston tenía forma de roca. De una roca aprisionando su brazo, para ser exactos.

Todos hemos oído ya la historia de Aaron Ralston durante los meses precedentes al estreno de la película, todos sabemos que era la historia de "el chico que se cortó el brazo para liberarse de la roca que lo dejó ahí inmóvil". Pero ¿quién era ese chico? Danny Boyle nos lo presenta como un tipo que, como el propio Boyle, debe tener algo químico en el cerebro: y esa adicción del Ralston de Boyle es, y perdónenme si rozo la cursilería, la vida. Adicción por el más difícil todavía, por descubrir nuevos lugares, tener nuevas aventuras, por vivir algo diferente... Es alguien que exprime cada segundo como si fuera el último, si se cae de la bici, necesita inmortalizar el momento en una foto. Pues bien, como reza la frase promocional de la película, en la experiencia que va a vivir ahora "cada segundo cuenta".  En cuanto Aaron Ralston se queda atrapado entre la roca y la montaña, da inicio una carrera a contrarreloj en la que no se mueve nada más que el tiempo, y este lo hace muy despacio... Pero lo hace, y cada segundo que pasa es un segundo menos que le queda a nuestro protagonista para tomar una decisión.


¿Y qué decisión ha optado Danny Boyle para reflejar esta peculiar carrera en pantalla grande? Pues filmarla como una auténtica carrera, pero no una carrera cualquiera, sino la carrera de Aaron Ralston, es decir: aventurera, salvaje, cachonda, desbordada de locura, ridícula algunas veces, tomándose demasiado en serio otras, y profundamente emotiva y filosófica en su conclusión. Pero siempre derrochando esa adicción por la vida, esa energía que transmite el entusiasmo de para quien nada es demasiado ni suficiente. Alguien como Danny Boyle. Alguien como Aaron Ralston (o al menos, el Aaron Ralston de Boyle). El objetivo de la cámara pasa a ser los ojos del espectador, y en este caso, los ojos del espectador pasan a ser los de Ralston. Si quien está viendo la película no se siente cómodo en su nueva piel, no llegará a disfrutar la película en su plenitud.

Película que, precisamente por contarla quien la cuenta y contarla sobre quien la cuenta, está llena de instantes de humor negro, de momentos melancólicos, de multitud de excesos visuales y narrativos, pero sobre todo, no lo olvidemos, de situaciones de auténtica lucha por la suprevivencia, un hombre contra los elementos. La creación de espacios, la mayoría de ellos en estudio, es sublime, el aspecto eminentemente natural de la película nos atrae, nos resulta sexy como le resulta a Aaron. La naturaleza desértica, con sus intrincados desfiladeros y lagunas ocultas es un misterio que deseamos descubrir con Aaron, las chicas que se encuentra por el camino, antes del fatídico accidente, no dejamos de ser nosotros, fascinados por el arrollador encanto del misterioso desconocido que se recorre las montañas como si fueran su parque temático y extasiados por esa naturaleza recién descubierta, y que a su vez establece una compleja e indescifrable relación con nosotros, meros humanos.


Porque, y en este plano la película resulta muy interesante, la obra de Boyle no deja de ser, como lo fue a su manera la fallida La Playa, una plasmación del continuo enfrentamiento Hombre-Naturaleza, cuando nos creemos capaces de todo, llegó la roca en el desierto de Utah. Y si la naturaleza no quiere moverse, el hombre no la mueve. Un nuevo ejemplo de paraísos inconquistables por parte de un director que nos llevó a la multitudinaria India y al inmenso espacio en sus trabajos anteriores, para ahora retomar la influencia del destino en nuestras vidas de la primera y la locura que supone el aislamiento y los delirios de grandeza del hombre que nos contaba la segunda. Todo ello enmarcado de nuevo en el exotismo que se ha convertido en marca registrada del director. Porque sí, el espacio siempre es importante en la obra de Boyle, que nunca tendrá término medio, ya sea la nada (Sunshine, 28 días después, La Playa...) o el todo (esencialmente Slumdog Millionaire, en parte también 28 días después). En este caso, el paraje, desértico, nos acerca más a los primeros ejemplos, pero hay algo en 127 Horas de aquellos chicos que corrían por las calles de Edimburgo en Trainspotting, esa energía, esa sensación de rebeldía, ese inconformismo con la vida. Pero si en la película con Ewan Macgregor primaba el desencanto de los protagonistas, en ésta nuestro héroe es más luminoso, pero como sus predecesores, el necesita más, y necesita ir más deprisa, y vivir más rápido, y llegar más lejos. Así que el punto de outsider, de rebelde, ese espíritu de jugar a ser Dios que puede que sea el denominador común de los "personajes Boyle", Ralston los tiene también. Porque solo un personaje Boyle, cuya premisa es la aceleración crónica, pasa en escasos minutos de metraje de imaginarse un Sooby Doo gigante a plantearse si la masturbación en esas circunstancias es apropiada; de llorar de arrepentimiento pensando en su madre a entrevistarse a sí mismo. Y por ello en este caso, toda la "modernez" que tiene la película, un servidor se la disculpa porque es modernez de la que sale del corazón del protagonista: muy fresca, frenética, que a veces llega a resultar sonrojante de lo excesiva, de lo gratuita incluso. Pero es que Ralston también es así, no necesita un motivo, o mejor dicho, no necesita dárnoslo, es algo que le sale de dentro. Y por ello, como no nos lo va a explicar, si lo aceptamos bien, y si no, pues tendremos que apartar la mirada nosotros, porque ellos no se van a bajar del tren. Así, la película, para muchos paladares, y puede que desde un punto de vista objetivo, está sobredirigida, sobremontada, sobrefotografiada, y con una música sobrecompuesta. Pero su compromiso es de alabar, su locura es de aplauso.


Pero hay algo que para ningún paladar en correcto uso de sus facultades debe resultar desagradable. Y ese algo es sin duda James Franco, capaz captar la esencia de locura que invade al personaje con convicción y sobre todo, entregándose a esa situación límite con arrojo y una emoción honesta, a flor de piel, genuina. Su creación es conmovedora, derrochante de carisma y humanidad, y de esa devoción a la vida casi lujuriosa. Franco resulta todos los adjetivos usados a lo largo de este análisis (salvaje, rebelde, emotivo, sexy, loco como una cabra, lleno de miedo...), sin moverse de su roca pero llenándonos a nosotros con su energía y pasión. Paradójico que su agotador espíritu no moviera a la roca. Durante la hora y media de metraje transmite una infinidad de emociones, muchas veces de forma simultánea y siempre con resultados catárticos en la platea. Nos reímos de todas sus gracias, nos compadecemos de su deseperación, nos agotamos con él, lloramos con él, y él nos hace amar la vida y querer aprovechar cada instante. James Franco se adueña de nosotros.


Y por supuesto, cuando se corta el brazo lo hacemos con él. Porque en esta película experimentamos el dolor que provoca esa adicción vital, y la escena que todos esperamos llega y lo hace en forma de auténtico cine, y fiel al espíritu de la película, es sangrienta, explícita, llamando a las cosas por su nombre, y no por ello pierde un ápice de su potencia dramática, ni pierde el carácter liberador de ese momento, haciendo patente que se trata de la decisión de un hombre por seguir con su vida. Y pocas cosas pueden resultar más emocionantes. Se hace mucha alusión al destino, como he dicho anteriormente, a cómo cada paso que Aaron ha dado en su vida parecía dirigido a encontrarse con esa roca y a que llegara ese momento. Me encanta que se metan en ese jardín, casi místico, por lo debatible y comentable del mismo, y yo creo que sí, poco a poco Aaron Ralston se fue acercando al que sin duda fue el momento que cambió su vida, sus pasos lo guiaban allí, a encontrarse con la roca, y obligarse a parar, para enfrentarse a aquello que adora, pero que no deja de temer: la vida en todas sus consecuencias, y con todas sus personas.


Enfrentamiento que Boyle dirige por momentos con mucha efectividad, con una histeria que acaba resultando uno de los principales encantos de la película, apoyada siempre por una fotografía espectacular y personalísima(magníficos Anthony Dod Mantle y Enrique Chediack), usando unos colores apabullantes; pero también con trampas o lugares vistos infinitas veces: los flashbacks de rigor, alucinógenos momentos que no sabemos si pertenecen al pasado, al futuro o son solo un presente adulterado... A ello cabe añadir una banda sonora carente de entidad propia, muy propensa al subrayado para despistados, siendo más acertada la soberbia selección de canciones, mucho más representativa del espíritu de la película; y el afán de Boyle por atraer a las masas, para lo que juega su baza de moderno rebelde, que si bien en este caso funciona casi desde la autoparodia del personaje, a veces resulta un tanto impostada. No obstante, la película es un precioso canto a la vida, una oda a los misterios de la naturaleza y del destino, un retrato de una personalidad, del genio y los delirios de los auténticos rebeldes de nuestros tiempos. De aquellos que de ese algo químico en nuestro cerebro que nos diferencia de los animales, hacen su religión.

127 Horas está nominada a Mejor Película, Mejor Guión Adaptado, Mejor Montaje, Mejor Banda Sonora Original, Mejor Canción y...



Mejor actor para el grande, grandísimo James Franco. No os la perdáis, la película garantiza no dejar indiferente a nadie.

Never Gonna Get Enough
Never Gonna Take Too Much
Never Gonna Say Told You So

martes, 22 de febrero de 2011

... Nominee Nº3. Toy Story...3!


La tercera de las películas que componen la galería de triunfadoras del año para la Academia de Cine de Hollywood, es a su vez una tercera parte, en concreto la tercera parte de una de las sagas más exitosas de la historia del cine. Es probablemente la película nominada que todo el mundo ha visto. La que ha obtenido mejores críticas a lo largo del año y la que es capaz de llegar a un sector más heterogéneo de público. Imposible no enamorarse de ella. Es, por supuesto, Toy Story 3.


Para un público tan amplio como la población mundial, pero sin embargo, dirigida a emocionar especialmente a todos aquellos que éramos niños en la primera entrega de la serie. Quienes hemos crecido con Woody, Buzz y compañía, veíamos, quince años después, cómo la historia llegaba a su fin. Quince años en los que primero nos enseñaron a aceptar lo que somos,así como el poder mágico de la amistad, capaz de hacernos volar, perdón, caer con estilo, allá donde nos propusiéramos siempre que hubiera un amigo en mí. Posteriormente, fue necesario un secuestro por parte de un coleccionista para aprender de qué sirve ser uno mismo si no se da a los demás. Y por supuesto, la amistad, siempre la amistad por encima de todo estaba allí para salvarnos en clímax de auténtico infarto, ya fuera en carreteras, ascensores o aeropuertos.

Ahora han pasado más de diez años de la última vez que jugamos con Woody y Buzz, y los tiempos han cambiado. Y la compañía más revolucionaria en el uso de las nuevas tecnologías, la que en su día fue auténtica pionera, la mismísima Pixar, se pone nostálgica, y en tiempos de videoconsolas, móviles y redes sociales, echa de menos a los muñecos articulados y las casas de cartón.  Y entona este canto de cisne para cerrar su trilogía más exitosa. Una despedida a un tiempo, a un sentir, a una forma de jugar y por tanto, de ver el mundo de vivir. Es el adiós a la infancia de Andy, ese niño que somos todos, y el fin de la infancia de Pixar. Porque cuando SPOILER los juguetes protagonistas son arrastrados hacia el fuego al final de la película, en una escena que nos sacudió a todos, y éstos juntan sus manos afrontando juntos (siempre la amistad) su trágico destino, es mucho más que plástico lo que va a ser derretido: es toda la vida que encierran esos juguetes ,  así como todos los recuerdos y experiencias de unos años que irremisiblemente llegan a su fin. Pero al final son salvados. Porque el tiempo pasa, pero la infancia sigue con nosotros, y Andy no podrá evitar una cierta melancolía cuando vea un muñeco de vaquero, de la misma manera que algo de la locura de ese tiempo pervivirá con él, pasen los años que pasen. FIN SPOILER


Y sí, la película es una despedida, un poético final a la marcha de Andy a la Universidad, a "hacerse adulto". Pero también es un relevo, un grito de esperanza a las nuevas generaciones en forma de la maravillosa niña Bonnie, una de las mejores incorporaciones a la saga, junto con sus geniales juguetes (inmejorables los chistes sobre la interpretación); a salvar una forma de jugar y por tanto, una vez más, de ver el mundo con creatividad e imaginación, algo que asusta que llegue a perderse. Bonnie y sus juguetes "del método" nos regalan algunas de las mejores y más divertidas escenas de la película. Pero la película, a su vez, no se ahorra los detalles oscuros,teniendo estos la forma rosada y perfumada de otra magistral aportación a la serie: Lotso, el oso abracitos. No sé vosotros, pero para mí,  las películas de Toy Story siempre me han parecido las más adultas películas de animación, por ello desde pequeño las observaba con menor simpatía. Porque esta sensación de "película adulta" en este caso se refleja en personajes duros, con frustraciones y en ocasiones con mucho rencor y rabia acumulada. En este caso, todo ese odio viene de la mano de Lotso, un juguete que infunde temor y se hace respetar por los demás, y que en varios momentos de la película expone la realidad del juguete de una forma cruenta y tal vez demasiado clara para los más pequeños: los juguetes no son nada, en seguida pierden su utilidad, si no les rompen, en el fondo llevan una existencia que supone un nacer para morir olvidados. Recuerdo que la primera vez que vi esta maravilla en el cine pensé en lo metafísica que llegaba a ponerse en algunos momentos. Es, con diferencia, aunque la primera también tenía sus momentos, la película más reflexiva sobre la propia condición de los protagonistas. Un final de traca en la que los juguetes, explícitamente, sin tener que buscar una doble lectura a las imágenes vistas,  se plantean el sentido de su existencia. ¿Cabe entender la palabra juguete por la palabra infancia en este caso, y de este modo hablamos de una película en la que, por mucho que nos cuente lo destinada a la muerte que parece la infancia en un periodo como lo es la transición de la adolescencia a la edad adulta, ésta (y por ésta me refiero a su inocencia, su ingenuidad y falta de prejuicios) luchará por permanecer con nosotros, para estar ahí siempre que la necesitemos? ¿de verdad es justo tener que pensar en esto cuando he pagado por reírme viendo dibujitos?



Porque, independientemente de todo, lo que no deja de ser Toy Story 3 en ningún momento es una película divertidísima y repleta de acción trepidante y secuencias de absoluto ingenio. Todo ello mediante la animación más cuidada que imaginarse pueda el ojo humano. Así quedan para el recuerdo set pieces como la inicial que nos retrotrae a los comienzos de la trilogía y sirve de presentación de la troupe o el escape de la guardería con momentos incomparables como los que envuelven al mono-vigía o al "cambio de cuerpo" del señor Patata. Además, los maestros de Pixar siguen asombrándonos por su devoción a cada pequeño detalle (los andares de Barbie y Ken, el cambio de registro en Buzz cuando se vuelve flamenco, distinguible incluso en su mirada ¿hay mejor actor en el mundo que ese muñeco), y lo que siempre me impactará a mí, la manera de "mover la cámara" en una película que no es de imagen real, colocando el objetivo en los lugares más insospechados (preciosa en ese sentido la salida nocturna de Buzz al interior de la máquina expendedora), o directamente variando de técnicas según la escena lo requiera (como el uso de la cámara en mano cuando los niños de la guardería juegan salvajemente con nuestros protagonistas). Mención especial merece la genialidad de los responsables de la película en la creación de espacios y la paleta de colores usada en cada momento


En cada fotograma queda patente el interés de la compañía por apostar por el entretenimiento ineligente, resultando la película siempre entretenida y siempre inteligente, así por apelar a los sentimientos más elementales, emocionando como siempre, a todo el mundo, seas de la edad que seas. Vale, puede que los temas elegidos siempre sean muy "emocionables", pero lo hacen tan bien...  Y puede que la película no sea la mejor de la compañía, que caiga en algún momento de humor fácil, tenga chistes mal llevados (personalmente, aún tengo sentimientos encontrados hacia el personaje de Ken) o que precisamente el exceso de personalidad de algún personaje nos provoque irritación y no aporte nada a la historia ( te estoy mirando a ti, Jessie); sin embargo al final las virtudes priman de tal manera que los posbiles defectos o concesiones a la galería quedan casi anulados. Y desde luego, es de alabar que decidan poner fin a la trilogía siendo conscientes de la trascendencia del acontecimiento, poniendo el broche no solo con dignidad, sino consiguiendo la mejor entrega  de la saga, al menos a ojos de quien esto escribe.




 Y por mucho que las películas de animación tengan su propia categoría/gueto para ser nominadas y premiadas, cuando un claro ejemplo del mejor cine del año, animado o no, se encuentra en el cine de animación, bien merece la película de marras ser incluida en la categoría reina. Este año así ha sido y con la cabeza bien alta, Toy Story 3 es una de las nominadas a Mejor Película del año. Esta vez no os recomendaré que veáis la peli, seguro que todos lo habéis hecho ya, no en vano llevábamos quince años esperando tan mítico momento. Solo, para finalizar, como viene siendo costumbre, os recuerdo sus opciones a premio. Toy Story 3 está nominada en cinco categorías, incluyendo Mejor Película (¿posible sorpresa para premiar lo que para algunos es una trilogía redonda?), Mejor Película de Animación (Oscar cantado), Mejor Guión Adaptado (estupidez de la Academia justificándose en que al ser una película a partir de otras ya existentes el guión es adaptado, poco importa que la historia sea totalmente original. De este modo anula sus opciones a premios, pues es imposible competir contra La Red Social), Mejor Canción (horrible tema de Randy Newman con serias posibilidades de premio) y Mejor Montaje de Sonido. ¿Cuál será su suerte el domingo?

... Nominee Nº 2. The Fighter!

 Si uno observa con atención mientras ve la nominada que nos ocupa, la maravillosa The Fighter,  será consciente de que los rótulos de combate entre Micky Ward, el inseguro protagonista encarnado portentosamente por un inesperadamente sutil Mark Wahlberg, y cada uno de sus contendientes en el ring, nunca aparecen en pantalla sobreimpresos durante la escena del combate de boxeo, sino unos pocos segundos antes, siempre sobre las calles de ese Boston tan personal que retrata David O. Russell en la que a mi modo de ver, en una carrera plagada de genialidades, es su mejor película. Creo que en ese detalle se encuentra la clave de la película: en dónde se tienen lugar exactamente los combates de la película. En cuál es el ring.


Porque no, queridos lectores que aún no habéis visto esta inmensa película, no estamos ante una "típica película de boxeo", sino ante un retrato de familia de primer orden, ante una galería de seres humanos tan reales que sientes con ellos. Personas con sus defectos y limitaciones, que se equivocan tratando de hacer lo correcto, personas con inseguridades y temores, con errores pasados y presentes. Y cuando estos personajes, dinamita a punto de explotar o ya explotada hace tiempo chocan, entonces se produce el verdadero combate. El combate que tenemos que librar cada uno cuando hemos de decidir por nosotros. La película habla de un solo combate, lleno de numerosos asaltos. 

Primer Round

Y es que esta es la historia de un boxeador que no está acostumbrado a ser la estrella. O mejor dicho, al que no le han acostumbrado. Desde que empieza la película, con ese genial rodaje de un documental para la HBO sobre la figura de Dicky, el hermano de Micky, y anterior boxeador, observamos que Micky, por tradición, es la sombra de su hermano, y siempre lo será si no comienza a combatir a los contendientes adecuados: a su propia familia, a un hermano que absorbe todo cuanto se le acerca (también en más de un sentido), y una madre que por costumbre familiar solo ha tenido ojos para su hijo "la estrella", Dicky. Desde luego, nuestro protagonista es alguien que, en el medio de tanto huracán, ya sea la madre, el hermano o las siete imponentes hermanas, ha optado por callar, por mantenerse en un prudente segundo plano y observar con admiración, pero con muchas dudas. Micky tendrá que comenzar a hablar claro, dejar de vivir para Dicky y comenzar a pensar en él, en que tal vez haya llegado su momento, en que el también necesita atención, y amor por parte de su familia. Es fascinante observar actuar a Mark Wahlberg, que en toda escena en la que es dejado al margen vemos cómo a la vez se enfurece con su familia y se cuestiona si no estará siendo muy egoísta por pensar así.  Y a la vez no deja de sentir un profundo amor por todos ellos, a quienes necesita a su lado.

Segundo Round
De pronto, Micky conoce a Charlene, una sexy camarera de Boston que le atrae, pero a la que no sabe cómo acercarse, pues no se cree muy digno de ella. Pero Charlene desde muy pronto comienza a mostrar interés por nuestro protagonista, y empieza a intuir cita a cita todas esas ideas preconcebidas que tiene sobre sí mismo, cómo menosprecia sus propias ideas y directamente las desecha, tan influido cómo está por su madre y su hermano. ¿Quién es todo el mundo? le pregunta Charlene Mi madre y mi hermano. La creación que Amy Adams lleva a cabo en esta película es impresionante, llamando la atención de los espectadores sin proponérselo. El espectador sufre por Micky a través de los ojos de Charlene, cargados de furia y preocupación, así como de un profundo amor por el personaje de Wahlberg. Pero no solo compone un papel de "novia de...", el suyo es un personaje con sus propios problemas, con entidad, de una humanidad que traspasa a todos los que la observamos (como en esa magnífica escena en el porche de su casa con Dicky). Será Charlene quien empezará a demostrar a Micky cuánto vale él por sí mismo, la que tendrá una fe inquebrantable el nuevo boxeador que comienza a gestarse en Micky, quien empezará a pensar en él. Pero Charlene empezará a darse cuenta de que se preocupa por alguien que no piensa en sí mismo, que quiere a quien no se quiere. Será Charlene la que hablando claramente con Micky, consiga alejarle poco a poco de la vampírica influencia que su familia ejerce sobre él. ¿Pero es eso lo que Micky quiere? ¿Habla Micky o habla Charlene?

Tercer Round

Y llegamos al más difícil todavía. Porque Micky tiene que luchar contra personas que a su vez están luchando. Que tal vez ya hayan sido vencidas, pero que se esfuerzan en seguir permaneciendo invictas, fuertes ante la crudeza de la vida. Contra gente a la que quiere, que necesita de su amor y que están muy heridas. Porque su hermano Dicky es una estrella, acapara la atención con su inagotable energía y su carisma arrollador, se mueve con seguridad, ya ha adoptado el papel de modelo y mentor de su hermano. Donde Dicky está no hay nadie más. Él venció a Sugar Ray... o tal vez no. Él es una estrella... llena de miedos, frustraciones y con un profundo sentimiento autodestructivo que encuentra en sus adicciones la salida a sus problemas... Pero que a la vez se las arregla para seguir siendo el héroe a ojos de todos, la estrella de su madre. Una madre tan dedicada por entero a su mediático hijo, tan desbordada por su personalidad que sin quererlo ha creado una jerarquía familiar que ella a todos ojos ve lógica. Ambos actores están arrolladores por separado, son auténticas fuerzas de la naturaleza, pero la química entre Melissa Leo y Christian Bale es a todas luces conmovedora, uno no se cansaría nunca de ver a esos dos monstruos mirándose el uno al otro con ese amor inmenso, paladeando una las palabras del otro como si ella misma las hubiera dicho, y de hecho, parafraseándolas en más de una ocasión. La escena de ambos en el coche, cantando es simplemente preciosa, y las reacciones que se desencadenan en ambos tras la reolución de la subtrama del documental de HBO parte el corazón. En esas escenas vemos que "los malos de la película" están perdidos, y con un miedo terrible a afrontar dónde les ha dejado la vida. Así mismo, la propia Charlene se vuelve entrenadora de Micky por la profunda devoción que siente ante este cachorro perdido que necesita de su cariño, pero también por lo aterrada que está de enfrentarse a las consecuencias de su vida, por no pararse a pensar en sus verdaderos problemas (de nuevo remitirse a la citada escena del porche, donde Adams y Bale desnudan sus almas haciéndose con las nuestras) . Hay quien ha dicho que la película debería llamarse The Fighters, y no podría estar más en lo cierto.

K.O.

No hablaremos del resultado de este combate, pero sí podemos decir si David O. Russell ha triunfado o no ante su particular batalla de lavar la cara a un género tan sobado y trillado como las películas de boxeo. Y la respuesta es un rotundo sí. Porque O. Russell ha decidido ser fiel a su particular forma de hacer cine, y dar una visión de la historia a través de la idiosincrasia que le caracteriza: revitalizando géneros tradicionales como ya hizo en Tres Reyes mediante la fuerza de unos personajes revolucionarios que dinamitan lo que tocan. Gracias también a una historia llena de ritmo y garra que consigue atraparnos de nuevo gracias a otra marca registrada del particular autor que nos ocupa: nos gana la profusión de inteligentes detalles en el diálogo, la manera de reaccionar de los personajes, el modo de tratar las referencias culturales que utiliza; todo llevado con una frescura tan agradable como inusual  y profundamente sugerente. Tal es la espontaneidad y la veracidad que consigue que parece todo surgir de la más inspirada de las improvisaciones. En una historia tan previsible, cada escena nos pilla desprevenidos porque no sabemos por dónde vendrán los golpes, como en el más apasionante de los combates, la vida de estos personajes está llena de constantes sorpresas, y esas sorpresas son fruto de la humanidad que con muy poca frecuencia se respira en este género. Y sí, es gracias a unos actores que nunca han estado mejor, que se apropian de unos personajes fascinantes y cautivan a la platea, de un guión mucho más inspirado de lo que parece a primera vista. Pero en algunos sectores se ha atacado la presunta impersonalidad de la puesta en escena. Nada más lejos de la realidad, quienes esto opinen no se habrán percatado de que ha sido O. Russell quien les ha ido guiando con mano maestra durante dos horas de profunda emoción por su particular manera de hacer cine, por su anárquica ideología audiovisual. Y se quedarán con el deja vu de la superficie sin entrar en lo revolucionario del conjunto. Y será una auténtica pena, porque esta película es un prodigio de personalidad, contada con una visceralidad por su creador y cuatro intérpretes entregados hasta el último milímetro de su cuerpo y alma.


Para finalizar, un recordatorio para interesados: que The Fighter tiene siete nominaciones a los Oscar de este domingo: Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor Secundario (Christian Bale), dos nominaciones a Mejor Actriz Secundaria (Amy Adams y Melissa Leo), Mejor Guión Original y Mejor Montaje; y una súplica: id al cine a dejaros tumbar por The Fighter.

jueves, 17 de febrero de 2011

...2010 in Review. The Music (Part 3)

Y les llegó el turno a las damas. Por fin, pasamos a repasar los mejores trabajos presentados por solistas femeninas el pasado 2010.  Mucho que comentar al respecto, así que empecemos:

2010 en Resumen. La Música. Parte 3: Mejores Artistas Solistas Femeninas.



Aquí las tenemos, las quince mujeres que definen mi 2010 musical. También las tenemos de múltiples nacionalidades y de muy variados estilos musicales, la mayoría de ellas aportando obras muy arriesgadas y personales, o marcando un giro en su carrera.  Hay algunos álbums que, puede que no sean perfectos, ni el mejor ejemplo de creatividad por parte de quien lo firma, pero todos ellos son profundamente interesantes, muy dignos de análisis, un paso en la carrera de una artista que merece ser tenida en cuenta. Antes de empezar con el ranking, quería comentar dos cosas: la primera, que esta categoría no llega a tener su sentido completo sin antes nombrar a Lady GaGa, que aunque su The Fame Monster sea de 2009, el suyo ha sido el trabajo que ha marcado este año, ya sea comenzándolo con Bad Romance y Telephone, continuándolo durante el verano de Alejandro y acabándolo con su épica gira de conciertos. Segundo, que la decisión sobre las tres primeras posiciones ha sido muy dura, los tres discos son de las mejores aportaciones del año en general, pero al final me he tenido que decidir por un orden, y ha sido el siguiente:

Cinco menciones de honor (puestos 15-11)

Nº 15: Goldfrapp, Head First.Puede que sea de los pocos en el mundo, visto el desastre comercial que supuso, que considere Seventh Tree, anterior disco de Allison Goldfrapp, probablemente el mejor de su carrera, ya fuera por lo abstracto de su concepto, sus melodías evocadoras, la posibilidad de descubrir a una Goldfrapp delicada, con mucha sensibilidad... El caso es que me cautivó como nunca lo había hecho. Sin embargo, aprendida la lección, vuelve con este Head First, un disco hedonista de principio a fin, que la cantante venía deseando porque quería "directos más divertidos". Seguro que lo ha conseguido, pues su nuevo trabajo es una celebración del espíritu glam, del frenético ritmo de las legendarias discotecas de los años ochenta, sin renunciar ni un ápice a la melancolía por aquellos tiempos. Y no es un disco hecho para recuperar al público como sea, es un disco-divertimento hecho con respeto y profesionalidad, que refleja el gran momento que atraviesa la cantante. Lástima que haya quedado como un disco más dentro de la tendencia al "ochentismo" que vive ahora la música, pues canciones como Rocket o Believer son muy reivindicables. Un disco de Goldfrapp siempre es motivo de celebración, y este pide que no pare nunca la fiesta,casi con la misma intensidad que lo hacía en su mayor éxito, Supernature. Pero un sevidor echa de menos el filón abierto en Seventh Tree.


Nº14: Christina Aguilera, Bionic. Pregunta del millón: ¿qué es exactamente Bionic, de Christina Aguilera? Es un disco sobre su reciente maternidad, un CD futurista, un álbum urban, electrónico, de baladas... Desde luego, Bionic es un auténtico lío indescriptible e inclasificable. Y esto es lo que se la juega a Christina en su nuevo trabajo: su falta de coherencia, que podría haber funcionado si pretendiera habe hecho alguna suerte de locura caótica, pero ésta le ha salido sin quererlo y el resultado se ve aquejado de una falta de entidad propia, siendo más bien un conjunto de canciones que funcionan de desigual manera. Todas las alusiones a la maternidad, por ejemplo las aniquilaría de este disco, las voces de niños que van y vienen son insufribles y muy molestas, y las canciones en las que pretende ser sensual son bastante hilarantes. Pero sin embargo, cuando se pone gamberra, la Aguilera se marca unos verdaderos momentazos: ahí están Woo Hoo, Elastic Love, Bobble Head (relegada a la categoría de bonus track), My Girls o I Hate Boys, y es en estas canciones donde se atisba lo que el disco quería ser. Porque en esas canciones se percibe ese punto "bionic" del disco, y están verdaderamente conseguidas, gracias en parte a grandes colaboraciones con Peaches o Nicki Minaj. Por otro lado, las canciones que compuso para la ocasión la sin igual Sia son preciosas, ahí encuentra la Aguilera su propia voz, su sensibilidad, dándonos momentos de auténtica emoción en You Lost Me o en la que probablemente sea la mejor canción de todo el disco: I am. Sin embargo no creo que lleguen a cuajar con el concepto del álbum, aunque desde luego son muy bien recibidas. En resumen, puede que quede la impresión de que estemos ante un disco que no sepa adónde va, pero pese a sus irregularidades es un disco altamente disfrutable, que llega a alcanzar destellos de genio. Y a mí, personalmente, me da pena el año que ha tenido la diva, en el que no ha levantado cabeza (fracaso de disco, cancelación de gira, equivocaciones con el himno en la Superbowl y sus subsiguientes abucheos...), cuando en lo estrictamente profesional, no tendría que haber sido tan desastroso.


Nº 13: Corinne Bailey Rae, The Sea. No sé vosotros, pero yo he escuchado y todavía escucho, Put Your Records On, me parece una canción genial que enseguida me pone de buen humor, y me descubrió una voz preciosa... Pero nunca pensé en su intéprete como en algo más que en cantante de un solo éxito. Un segundo disco, a pesar del éxito del primero, me parecía impensable. Y sin embargo aquí estoy, comiéndome mis palabras, porque la señorita Bailey Rae sacó a comienzos de año un disco precioso, caracterizado por una honestidad que desarmaba. Y es que resulta imposible relacionar su trabajo con la muerte de su marido antes de que el disco viera la luz. Y en efecto, nos encontramos con canciones que hablan de encontrar la belleza en las dificultades de la vida, así como con baladas que desnudan el alma de la artista sin en ningún momento pecar de sensiblera o apelar a la lágrima de quien la escucha, simplemente se muestra ella, sincera y honesta. Y esos momentos hacen el disco grande, así como resulta fascinante ver a su preciosa voz juguetear con el jazz e incluso con el pop, logrando canciones de gran frescura. Y como siempre, comprobar que su voz está hecha para los ritmos cercanos a la bossa es siempre un placer. Pero a mí lo que me sigue embriagando es el comienzo de este disco, con ese Are You Here, que nos sumerge en sus interrogantes y que creo que resume a la perfección su obra: discreta y contundente, suplicante, llena de dudas, pero más madura que nunca. Para mí una grata sorpresa, comprobar que Corinne tenía, en efecto, mucho más que ofrecer que aquella canción que la hizo famosa.

Nº 12: Sade, Soldier of Love. Mucho se echaba de menos a esta exótica cantante de voz de terciopelo que llevaba una década sin dar señales de vida profesional. Y de pronto volvió, y por la puerta grande, con un single que daba título a su nuevo disco, y que se mostraba oscuro, hostil, duro, muy hijo de su tiempo, rebelde. Una vez escuchado el álbum en su plenitud comprobamos que la amenaza era solo parcial y apenas volvía en dos canciones más, y aunque eso me decepcionó en una primera escucha, debo reconocer que es un disco al que volver, porque nos trae de vuelta a lo que más adoramos de Sade, pero sin acomodarse en lo que sabía hacer, y adaptándose a las circunstancias, conservando en absolutamente todas las canciones eso del "muy hijo de su tiempo".Soldier of Love nos muestra como suena la calidez de Sade en el siglo XXI, y suena con todo el afecto y la atracción de siempre... Pero como siempre manteniendo las distancias, sin dejar de ser esa cantante-esfinge que guarda sus  secretos para sí. Conservando intacta esa pose misteriosa que hace sus discos tan cercanos y difusos a la vez. Y eso es precisamente lo que la hace tan atractiva, y que una vez conocidas su reglas del juego, a los espectadores no nos queda otra que rendirnos a la sabiduría y la ternura de su voz. En concreto, ese Babyfather tan emotivo en el que, como siempre, no abandona la mordacidad de su sentido del humor, Al fin y al cabo, sigue siendo una tipa dura.

Nº 11: Glasser, Ring. Casi casi en el fin de año conocía yo casi por casualidad la existencia de Cameron Mesirow, nombre real de Glasser, mujer orquesta detrás de este magnífico Ring, un disco de connotaciones casi místicas, muy espiritual, en el que este nuevo genio se valía de sonidos étnicos para crear auténticos cánticos propios casi de embrujos y encantamientos, conseguidos gracias a su magnética voz. Y es curioso que esta premisa tan trascendente conecte tan estrechamente con nuestro yo más elemental. Genial por parte de Cameron Mesirow su aportación electrónica a lo que en el fondo no deja de ser folk, resultando la mezcla no solo inusual, sino muy sugestiva. Poco más voy a poder añadir, porque sigo descifrando los sonidos de este Ring que me tiene fascinado, pero os aseguro que la aventura es muy gratificante, siendo la principal recompensa el descubrimiento de un talento indiscutible.

Top Ten.  A las puertas de la gloria (Puestos 10-6).


Nº10: Najwa, El Último Primate. Sí, con este disco, Najwa se atrevió por fin con el español. Pero eso acaba siendo anecdótico cuando lo que presenta es un trabajo tan lleno de lecturas como este último primate, que no es sino álbum conceptual, cargado de simbolismos e imágenes poderosas por su fuerza plástica y sensorial. Eso es El Último Primate, una advocación a nuestros instintos primarios, a los sentidos, a nuestra parte más animal. Un disco que contiene una violencia a la vez sexy y tenebrosa, y que nos presenta a una Najwa nunca antes vista, muy primaria y elemental, muy sexy y tenebrosa como esa violencia, encantada del descubrimiento de su lado más animal. Sus canciones sugieren pasiones desbocadas y totalmente desmedidas, pero a la vez llena de esa poesía que siempre lleva implícita la naturaleza salvaje en la que se mueve Najwa, constantemente acompañada de metáforas y alegorías que tienen a los animales como protagonistas, así como a la propia anatomía, y a las fuerzas superiores. 


Nº9: Kate Nash, My Best Friend is You. Tras un disco arrollador, repleto de canciones gloriosas como es ese Made of Bricks, Kate volvía a sonar con un trabajo que intentaba enfrentarse a la larga sombra que proyectaba su álbum de debut, así como a la caterva de artistas similares, pretendidamente independientes en el sentido "Lily Allen" del término. Difícil lo tenía, y aunque podría parecer que no lo consiguió viendo que el público le ha dado la espalda y que algunos sectores de la crítica continúan sin tomársela en serio, nada más lejos de la realidad: haciendo gala de su descaro habitual, de una exagerada honestidad y de mostrarse tal y como es de forma absolutamente excesiva, Kate Nash ha conseguido no solo un álbum más que digno, sino lleno de humor hiriente y sin abandonar nunca la autoparodia. Un disco repleto de crítica a los hipócritas modelos sociales, de alegres y frenéticas canciones que esconden (o quizá no tanto) una tristeza y una soledad únicas, así como lentos poemas de amor simplemente preciosos. Made of Bricks era insuperable, pero este My Best Friend is You es un digno sucesor que retoma su particular sonoridad y ese mundo tan especial que es el nuestro visto por los deslenguados ojos de Kate Nash.


Nº 8: Duffy, Endlessly. Una tónica muy habitual en este año, ha sido la del menosprecio a segundos discos de artistas que triunfaron mundialmente con su primer trabajo. Esto ha provocado que muchos discos hayan sido consumidos y olvidados sin pararse a sentirlos. Este ha sido también el caso de Duffy, a la que por cierto, también le costó llegar a convencer a los críticos de turno que su Rockferry era magistral. Y ahora que ya lo ha hecho, nos regala este precioso Endlessly... para indiferencia del gran público que la encumbró y desdén de esos críticos a los que tanto le cuesta conquistar. A mí me conquistó al poco de escuchar su inconfundible voz sedosa, perteneciente a otro tiempo, al que también pertenece su música y su modo de bailar, un tiempo que añoro sin haber vivido, el tiempo de las canciones ligeras y los drive-ins con camareras en patines y gramolas luminosas, en los que la clase y el estilo era una virtud y una filosofía de vida. Y eso son los discos de Duffy, ejercicios melancólicos, en los que las baladas se lloran con una sonrisa y las más alegres se bailan con nostalgia. Y esto es Endlessly, una maravilla de preciosas letras y ritmos retros, interminablemente elegante e ingenuo y que, sin un Mercy que le haga llegar a las masas, se ha visto tocado por la falta de interés hacia una artista que merece mucha más atención. Y atención a  Don´t Forsake Me y a Hard for the Heart que cierra el disco. Lo dicho, auténticas joyas.

Nº 7: Kylie Minogue, Aphrodite. En efecto, la gran diva australiana, la reina de lapista de baile volvió este año con más fuerza que nunca, y su resultado es probablemente su mejor disco con permiso de Fever. Con este Aphrodite ha conseguido hacer del dance una experiencia emocional. Cada canción desborda sentimiento, escuchar este disco es un atuéntico placer para el esqueleto y el corazón. Desde la llegada de su fantástico single All the Lovers y su icónico videoclip, la Minogue nos avisaba a todos de que volvía para quedarse todo el año con nosotros en un disco que, como la diosa del título, irradia belleza por los cuatro costados y amor hacia todo lo hermoso, como ella misma canta.  Y es un disco que resume en esencia lo que es la maravillosa cantante: no es sino la más indicada para sacarnos a todos a bailar, pero con gusto, conscientes de lo que estamos escuchando. Porque ante perlas como las que componen el CD surge el dilema: ¿las bailo como se merecen o me paro a escucharlas, hipnotizado por su belleza melódica? Y eso sucede en sus dos primeros singles el mencionado All the Lovers y Get Outta My Way, así como en las más atmosféricas Closer e Illusion. Puede que haya dejado atrás en este disco su afán por innovar como hizo en canciones como Slow en Body Language, pero la vuelta a la diversión te ha sentado a la perfección, Kylie.


Nº 6: M.I.A, Maya. He de confesarlo: salvo excepciones particulares como su genial Paper Planes, nunca me ha gustado la indescriptible y podría decirse que unánimemente alabada M.I.A. No me llega a encandilar su música, ni le veo la genialidad que muchos le encuentran. Sin embargo, con este Maya llegó la polémica, y algunos decidieron que tal vez se trate del peor disco de M.I.A. mientras que otros la ensalzaban más que nunca. Y de pronto me lanzo de cabeza a defender a una artista que hasta ayer ni siquiera me caía bien. Porque sí, ha creado un disco definitivamente feísta, en el que puede que no todas las canciones funcionen igual de bien, pero nos encontramos con una obra decididamente demoledora y contundente, decidida a aplastar todo lo que se encuentre por delante. Su nuevo disco es una fuerza de la naturaleza, en apariencia incontrolable, pero muy bien dirigida, por este, ahora sí, auténtico genio que es M.I.A. Iconoclasta y rebelde, valiente hasta el extremo, extremista en su valentía, este disco es una bomba de relojería que nos explota a todos. Born Free es una maravilla del siglo XXI, una auténtica gozada. Escuchen a M.I.A., nunca es tarde para descubrir el talento absoluto. Advertencia: dudo que alguien salga indemne.

Repóker de Ases. Puestos 5-1.


Nº 5: Sia, We Are Born. Con este nuevo disco, ya puedo decirlo sin temor a arrepentirme. Adoro a Sia. Ha sido desde que la empecé a escuchar, la confirmación de que otro tipo de música es posible. Y sí, sé que no es tan radical ni nuevo lo que hace, pero hay algo en la dulce inocencia de su música que contrasta con la potencia de su voz y que a la vez asienta un tono, un ambiente concreto en sus discos, que es el de la creatividad pura sin nunca forzarla, su música es como lo que la plastilina y las construcciones de cartón son para la escultura o la tecnología: auténticas monadas. Y ya perdonaréis el tecnicismo, pero es que es así y no hay otra manera de describirlo, la música de Sia es adorable. Y es adorable porque su frescura, su naturalidad, parecen salir de la necesidad humana de ser feliz, de sentir. La música de Sia confirma la organicidad de la música en general: el ser humano necesita la música para vivir. Y así surgen las composiciones preciosas de Sia, que prestan atención a cada detalle, a la evolución de la emoción de forma natural. Y así, es imposible describir, la fuerza que te invade cuando escuchas Stop Trying, Cloud o Never Gonna Leave Me. Los discos de Sia se escuchan y de pronto estás en un mundo donde todo es posible gracias al poder de la imaginación y de los sueños. Y un sueño es este nuevo disco de la australiana, que no tiene desperdicio. Gracias, mil gracias Sia.

Nº 4 Charlotte Gainsbourg, IRM. El disco es suyo y por eso figura aquí, pero esta maravilla es frutode la colaboración entre la artista francesa y el talento de Beck, que escribe y le hace las voces a la Gainsbourg. Compuesto a partir de esas IRM (Imágenes de Resonancia Magnética), es decir, a partir de los sonidos de la máquina que se adentra en tu cabeza, y que hicieron lo propio en Charlotte tras sufrir un accidente, nos encontramos en un disco del subconsciente, muy surrealista y lynchiano, de excelente producción, en el que comienza primando un sentido del humor muy particular para finalizar cada vez más oscuro. Combinación perfecta de la dulzura de la francesa, poliédrica y repleta de matices en su voz; y del tono y las guitarras de las canciones de Beck, la obra además hace concesiones a la tradición francesa, un irónico homenaje al señor Gainsbourg con Le Chat du Cafe des Artistes, que recuerda a la mejor canción ligera francesa pero repleta de melancolía; así como al folklore de la América profunda. Un disco repleto de claroscuros, obra de dos mentes geniales y preclaras apasionadas por los viajes musicales. 

Nº 3: Joanna Newsom, Have One On Me. Con todos ustedes la gran esperanza blanca del folk, del indie, del pop barroco más minoritario. Joanna Newsom, la bellísima cantante que ha aportado la dosis necesaria de glamour a estos géneros musicales, es un adelantada a su tiempo, como demuestra con la música compuesta para su nuevo disco que no es sino un triple CD, una obra megalomaníaca y operística, llena de ambición con toques de musical retro. Lo que compone esta mujer está más cerca del modernismo, de la belleza lírica y exótica de una instrumentación sin precedentes (hipnótico el uso del arpa) con letras crípticas pero de innegable poder, que nos trasladan a mundos irreales para transmitirnos muy reales emociones, siempre envueltas en el enigma y el misterio. Referencias medievales, a cuentos de hadas y mitos, rabundantes recursos poéticos... Pero lo más mágico es su voz, la voz cautivadora y sin igual de Joanna. Nunca habéis oído una igual, ni en su dicción ni en su timbre, capaz de ser inocente y arrebatadoramente sexy y provocadora.  Las dieciocho canciones que componen el triple CD son un viaje mágico a las turbulentas emociones de una princesa y su contacto con las tierras, tiempos y músicas pasadas, un viaje que da cabida a toda la belleza de este mundo, que reside en un rostro y una voz. El de la maravillosa Joanna. Good Intentions Paving Company es la canción definitiva de este precioso disco. No se puede ser mejor.

Nº 2. Janelle Monáe, The ArchAndroid. Dos ojos que iluminan el mundo con su energía. Un tupé que ya ha sentado precedente. Unos pies que no paran quietos. Y una voz que arrasa y cautiva. El terremoto se ha desatado. Janelle Monáe es y su disco The ArchAndroid es nada más y nada menos que el paradigma de la pasión por la música y la energía desatada. Su disco, está lleno de referencias pasadas pero mira al futuro y el sonido es mil cosas pero es enteramente nuevo. Son dos suites de un espectáculo futurista que no hace ascos a películas, tendencias, viejas glorias de la música y su propio estilo para construir una máquina con vida propia: sus propias canciones, perfectamente hiladas unas a otras como los engranajes que componen su androide que nos ha conquistado. Sus piezas son simplemente enloquecedoras y contagiosas, que desatarán pasiones enfermizas en quienes la escuchen, con, entre otros síntomas, la imposibilidad de parar de bailar. Impagables son las colaboraciones con Big Boi en Tightrope y sobre todo con Of Monreal en Make the Bus. Atención con Cold War, un auténtico himno inspirado en James Bond, de una potencia que no debe describirse sino escucharse. Janelle Monáe es sin duda una de las estrellas definitivas del 2010, y una poderosa inspiración para artistas posteriores que necesitan lo que a esta chica le sobra: capacidad de innovación y un entusiasmo apabullante.

Nº 1: Robyn, Body Talk. Porque no podía ser de otra manera. Porque a lo largo de las distintas partes que componen su Body Talk, Robyn nos ha acompañado todo el año, mostrándonos con un amor y cariño inusitados cada nueva canción como si de hijos se trataran. Porque lo que ha hecho con la música electro y dance no tiene comparación. Porque le ha brindado emoción, le ha quitado los tópicos y le ha dotado de letras arrebatadoramente modernas y pasionales. Porque es una imagen de su tiempo, de lo que la música comercial, en constante peligro de autoinmolación debería hacer: lavarse la cara, gritar al mundo con nuevos sonidos, conquistarlos con frescura y mediante nuevos sonidos, con coherencia, con inquietud y con unas ganas endiabladas de divertirse, de bailar y por el camino de emocionarnos a todos. Por demostrar que el pop puede ser sofisticado e intelectual y una cantante pop puede ser inteligente y original. Por Dancing on my Own, que nunca morirá, por Indestructible, por Hang With Me, por Don´t Fucking Tell Me What to Do, por You Should Know Better(genial colaboración de Snoop Dog) o Love Kills. Por atreverse con pop, electro, dance, hip hop... Y poder con todo. Porque tiene un estilo único, una voz irrepetible y un sentido de la musicalidad arrebatador, Robyn es la número 1 indiscutible de 2010.

Y próximamente...Cuarto y último apartado: LAS BANDAS



... Nominee nº 1. Winter´s Bone!


Comenzamos con el repaso de las diez nominadas a mejor película. Y vamos a empezar con la que es la última alfabéticamente y que está en los cines desde el pasado viernes. Una película profundamente evocadora, de tensión continua y con muchísima más profundidad de lo que su sutileza nos permite ver en un primer acercamiento. Hablo de Winter´s bone.

Winter´s Bone cuenta la historia de Ree Dolly, una chica de diecisiete años que tiene que cuidar de su madre (incapacitada y en estado catatónico desde hace tiempo) y de sus dos hermanos pequeños mientras su padre cumple condena por dedicarse a la cocina del crack. Un día informan a Ree de que su padre no aparece y que, como había puesto de fianza su casa y sus tierras, si siguen sin noticias de él le quitarán todo a la familia. Esto hace que Ree deba abandonar su rutina y salir al mundo exterior, comenzando así su particular descenso a un inframundo del que nadie saldrá indemne.

Se ha hablado de Winter´s Bone como la revolución de dos géneros tan masculinos y cerrados como lo son el western y el cine negro, en particular, el de mafias y gangsters. Desde luego, la contribución de nuestra heroína, una niña de diecisiete años encarnada magistralmente por una entregada Jennifer Lawrence (desde que le vemos preguntar la lección a su hermana estamos con su causa), en temas tan peligrosos como el tratado en la película es crucial para el éxito de ésta, pues es desde luego una revisión muy novedosa de ambos géneros, novedad que además sirve para plantear sugestivos interrogantes sobre adónde va nuestro mundo,  pero creo que la película va más allá de la mera vuelta de tuerca de dos géneros cinematográficos. Creo que de lo que más se vale es de los instrumentos de un género mucho menos habitual, precisamente porque muy pronto dejaron de darse historias, ya en la misma literatura, cuyos temas principales fueran el honor, la sangre y lo que supone pertenecer a un linaje familiar. A mi modo de ver es Winter´s Bone una tragedia griega en pleno siglo XXI. Ya desde sus inicios, con esa preciosa, por lo melancólica y perturbadora, nana de Missouri, creemos oír a un coro introductorio que nos sitúa en la acción, nos habla del tiempo pasado en esas tierras desamparadas y enigmáticas que son los Ozarks americanos, y contrasta ese tiempo con la actualidad. La música de la película, canciones folk en su mayoría, contextualizan la trama de forma perfecta, integrándose a ella e incluso llegando a aportar detalles, dirigiéndose al espectador o a la protagonista, sin que el primero se percate o la segunda siquiera lo oiga, pero no deja de ser un diálogo, siendo el cantante el peculiar corifeo. Incluso ese final abierto que no desvelaré, aparece acompañado por las notas de un banjo.


Pero más allá de su musicalidad, realmente nos cuenta la historia lo que supone ser un Dolly, y eso es lo que la hace tan transgresora, única y especial, lo que la convierte en una obra de arte de hondo calado e incalculable valor. Porque no hablamos de lo que es ser un Dolly como lo que pudo ser en su momento ser un Corleone, sino en un punto mucho más espiritual por decirlo de alguna manera, afrontando el destino, sin poder escapar de él, algo que se aplica tanto a la protagonista como a su tío, un sobrecogedor John Hawkes,  taciturno, protector y peligroso, los tres adjetivos simultáneamente durante toda la película. La historia no es sino el afrontar cara a cara las raíces de uno, así como la lucha por lo más basico del ser humano, ya sea la familia, el hogar o la propia identidad.



Pero el afrontar las raíces tiene un gran compontente de peligro, y más en el caso de Ree, por eso en todo momento me refiero a ella como una heroína. Porque la historia nos mete de lleno, sin anestesias introductorias, en una región habitada por una sociedad hostil, con un código que el espectador desconoce y que va intuyendo, nunca se le es explícitamente desvelado. Unas tierras en la que los niños se ven obligados a hacer cosas de adultos mientras los adultos se esconden como niños por asuntos que deben permanecer ocultos. Cada casa esconde un secreto, cada personaje es temido por los de su alrededor a la vez que él mismo los teme. Un conjunto de hombres que parecen dirigir pero con mujeres que actúan en la sombra, resultando más decisivas que los primeros. Donde todos se deben algo. Y en este mundo entra Ree, una líder a su pesar que desde luego ha nacido para serlo, que nunca abandonará a los suyos a pesar de tener momentos de desesperanza, con un código de honor que pretende respetar (nunca pidas lo que te debe ser ofrecido, dice a sus hermanos), pero que en ningún momento le impedirá llevar a cabo su misión: encontrar a su padre vivo o muerto ( y enterrarle dignamente si sucediera lo segundo, dice como una moderna Antígona, cuya contacto con el inframundo en este caso será constante siempre que quiera volver al pasado), misión que le hará ir casa por casa, sorteando mil y un peligros, haciendo aliados y enemigos, y que tendrá en su clímax final, en su viaje por su propia laguna Estigia, una de las mejores escenas que nos ha regalado este 2010.


No quiero dejar de mencionar la labor de todo su increíble reparto, que es en gran parte (junto con la personal labor tras las cámaras de una estupenda Debra Granik, la solidez estructural de un prodigioso guión y la desolada a la par que épica fotografía) el responsable de esa constante sensación de amenaza y ambiente tenso y enrarecido. Con miradas que lo dicen todo sin decir nada infundiendo temor y desconfianza a la par que dudas y un deseo oculto por ayudar, todos los actores componen un Twin Peaks nevado y silencioso, violento y aterrador. A los prodigiosos Jennifer Lawrence y John Hawkes, cabría destacar otro nombre propio: Dale Dickey como la imponente Mehrab, peligro continuo de nuestra protagonista y fuente de muchos secretos.

Winter´s Bone ha logrado cuatro nominaciones a los Oscar: Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Actor Secundario y Mejor Guión Adaptado.  Todas ellas absolutamente merecidas, y la película correría mejor suerte si este año las favoritas no tuvieran tanta fuerza para los académicos. No obstante siempre le quedará su paso triunfal por los festivales de medio mundo y la seguridad ser una película que perdurará a lo largo del tiempo como la joya que es (algo que no harán otras nominadas). Mi consejo: id a verla y disfrutad sufriendo por la joven Ree Dolly.