sábado, 12 de febrero de 2011

...Pijas vs. Macarras


Un duelo de proporciones épicas se está gestando entre los modelos juveniles españoles. A su izquierda dulces niñas bien con multitud de complejos e inseguridades que necesitan cariño. A su derecha, la jet set de los bajos fondos: chulos, putas, travestis, drogadictos, mafias... que no se andan chiquitas. Blog vs. Carne de Neón. La cartelera nunca volverá a ser la misma... Bueno, la verdad es que tal vez exagere un poco, pues ninguna de las dos juventudes está precisamente arrasando en taquilla. Desgraciadamente, pues son dos muy interesantes propuestas del nuevo cine español que están pasando desapercibidas, y que presentan dos mundos totalmente contrapuestos, pero que tal vez tengan más de un punto en común en sus tramas. Veamos en un principio esas diferencias:


Mientras unas son profundamente sensibles, y por mucho que lo intenten, ellas mismas confiesan que lloran viendo el final de El Internado...


 ...Otros se emocionan ante la idea de abrir un burdel para su madre, y por fin ser un buen hijo.


Algunas son un poco traviesillas y tienen inquietudes, así que para aprender los misterios de la reproducción, se ponen una película porno, lo que las asquea profundamente...


Otras también tienen inquietudes, y quieren ser buenas profesionales, así que aprenden técnicas amatorias viendo cómo se la gastan... los mejores amigos del hombre. Ya me entendéis.


Hay chicas que se miran al espejo y es que están horribles, los dientes no les caben en la boca, tienen granos, y "los ojos más feos del mundo", y eso les frustra y desespera...


...Sin embargo la Canija no se queja de que no le quede ni un diente, sus labores sin ellos le convierten en la envidia del local... A la Infantita (peluca azul, como el color de su sangre) le preocupa cierto órgano de más que le impide alcanzar el estrellato en la pornosfera... Así que a fin de cuentas, no deja de ser una joven preocupada por su físico.


En Blog, debut como cineasta de Elena Trapé, encontramos a chicas de colegio de nivel medio-alto, con la soledad y la sensación de incomprensión que tienen tiempo de desarrollar quienes se aburren con las clases del día a día y confían siempre en prepararse el exmen el día de antes. Chicas que no se sienten queridas ni entendidas, y que deciden encontrar consuelo y acogida en sus compañeras de clase, que están tan perdidas y aburridas como ellas, pero que como ellas, sienten que tienen tanto por dar, tantas cosas que quieren vivir y sentir. Así comenzarán a disfrutar de cada momento, a sentir que lo que las une es algo único... Y vaya si lo será. Elena Trapé nos presenta la historia de una sociedad secreta con un plan secreto a través de diálogos frescos, naturales y muy veraces gracias a los verdaderos descubrimientos de la película: sus jóvenes actrices, que tuvieron tiempo de desarrollar vínculos entre ellas durante los ensayos y que grabaron con sus webcams gran parte de sus confesiones y monólogos que aparecen en la película. Ellas son el motor de una historia que de no haber contado con ellas, hubiera quedado algo coja. Pero cada una es una chica de ahora, de las que hay mil, pero a la vez cada una es única, con una entidad definida y una personalidad clara. Cada una demuestra en sus frases ese punto que tienen las adolescentes que se toman a sí mismas demasiado en serio, pero que no dejan de ser enternecedoras en sus tonterías de la edad. El espectador disfruta enormemente viendo cómo las protagonistas hacen de cada detalle algo de una intensidad mítica, enternece ver que todo les parece decisivo y lo más importante. Es más, no solo somos espectadores objetivos, sino que a la que nos hemos despistado, formamos parte también de Makamat, la sociedad secreta montada por las chicas. Y asistimos a sus reuniones, nos vamos con ellas de viaje, vemos sus partidos, nos preocupamos si no aprueban los exámenes... Y todo nos resulta tan importante como a ellas, todo o nos provoca la emoción desbordante que a ellas, o nos parece el problema más horrible que jamás ha existido en el mundo, o la vida en genral hace que nos queramos morir de aburrimiento en nuestra cama. Somos ellas... pero sin saber su secreto. Y he ahí el problema fundamental de la película: cuando se descubre el pastel, nos quedamos con ganas de más, nos sabe a poco, e incluso nos parece poco original, tenemos la impresión de que se podrían haber esmerado algo más... Luego te enteras de que está inspirada en un caso real, y obviamente van a respetarlo. Pero hay algo que falla cuando sales del cine, y la ensoñación de instituto se desinfla un poco ante un final tan... insatisfactorio. Pero eso sí, mientras, hemos asistido a la revelación de una directora que aporta a la trama todas las vías de comunicación informática y las plasma en pantalla de forma eficaz, ágil, elegante y sin que en ningún momento resulte gratuito, siempre al servicio de la trama. Y al final, independientemente del efecto de la "sorpresa", siguen prevaleciendo esos planos finales en los que se refleja, con más fuerza que nunca, el poder que estas chicas conceden a la amistad, por encima de todo; y que, al fin y al cabo, parece que las pavas pijas han conseguido su objetivo. Y de paso van, y se meten al espectador en el bolsillo.


Ricky tiene problemas. Su madre va a salir de la cárcel (arrestada por ejercer la prostitución), y se ha propuesto darle la sorpresa de su vida abriendo un burdel con el nombre que su madre había soñado: "Hiroshima". Porque Ricky quiere hacer feliz a su madre y sentirse aceptado por ella, que lo abandonó antes de ser arrestada. Pero en la calle no pueden montarse negocios así como así: hay jerarquías. Y abrir un local como el Hiroshima meterá a nuestro héroe y a sus leales amigos en más de un problema, pero ellos lucharán lo que sea necesario, enarbolando la bandera del amor maternofilial. Un cuento de aventuras como otro cualquiera. Con esta película, Paco Cabezas ha sido ya definido como el Guy Ritchie español. Y no es para menos. Ritmo adrenalítico, una auténtica locura de trama (en el mejor de los sentidos) con diálogos desternillantes y muy elaborados, una película con muy poca vergüenza, que no pide disculpas por nada y es capaz de llegar muy lejos en sus objetivos, en este caso, en el sórdido retrato de los bajos fondos de una ciudad que por no tener, no tiene ni nombre. Y todo ello cuidando sus labores de dirección al momento, con una puesta en escena, que si bien recurre a trucos ya vistos anteriormente, no por ello resultan menos efectivos, y son usado con mucho estilo.  Y, de nuevo, como en la anterior película, nos encontramos con un reparto en estado de gracia (personalmente lo prefiero a las chicas de Blog). Pocas veces una película tan coral en nuestro país ha contado con interpretaciones tan magistrales por parte de todo el reparto. Ya sabíamos del talento inagotable de la genial Macarena Gómez, que merece muchas más oportunidades de las que tiene, y Ángela Molina ya ha demostrado en muchas ocasiones la gran actriz que es, si bien en esta película se supera, nunca ha estado tan divertida, ni ha compuesto un personaje con tanta maestría, sus ojos lo dicen todo, pero por si acaso, ella abre la boca y nos regala unas frases memorables. Pero en esta película se descubre a dos actores como Vicente Romero y Dámaso Conde que son auténticos robaescenas, a una Blanca Suárez a la que se le echa de menos durante mucho metraje (su personaje es el único que no está tan bien dibujado); y a un Mario Casas, que resulta idóneo para su papel, un perfecto protagonista con, además un punto de autoparodia. Se agradece encontrarnos con una película de ritmo tan frenético y tan entregada a la ación que en lo que se muestra verdaderamente devota es en la construcción de personajes. Ellos son lo que más le preocupa al director, las relaciones que se establecen entre ellos, y eso es lo que consigue que sigamos sus andadas con pasión, y que nos encontramos ante una película especial. El único pero de la peli lo encontramos, de nuevo, al final, en el que, tras un desarrollo sin pelos en la lengua, irreverente, sin concesiones a la galería, de nuevo parece hacerse necesario que en esta peli también hay buenos y malos, quienes son cada uno de ellos, y que lo que se está viendo es también dramático, serio, y hacia el final todo comienza a ser demasiado serio... Pero eso sí, la escena que cierra la peícula consigue ser tremendamente emotiva, y esos animales que son sus autores nos cautivan y nos recuerdan que a pesar del bache en el último tercio, nosotros somos suyos, como lo hemos sido durante todo un trayecto lleno de vicios, excesos y mucho neón.



Así que, pijas contra macarras, yo creo que en vuestro enfrentamiento os dejo en tablas (tal vez un poco inclinado a los macarras, sin que sirva de precedente). Y a vosotros os recomiendo que las veáis y saquéis vuestras conclusiones, si queréis formar parte de "Makamat" o de "Hiroshima". Dos películas sobre dos microcosmos fascinantes y enfrentados, ambas defendidas por actuaciones de excepción, dirigidas con mano maestra, pero que no pueden evitar perder algo de fuerza hacia el final. No obstante, muy buen cine español que no merece ser olvidado.

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