sábado, 30 de abril de 2011

...Poniéndonos comerciales ( y nostálgicos)


Tras los primeros e intensos meses del año, repletos de películas  "de Oscar", la cartelera española ha experimentado un bajón de calidad apabullante que nos asusta. Alguna excepción para los amantes del cine de autor (La Mitad de Óscar, de la que hablaremos pronto; Misterios de Lisboa y en menor medida Carlos), o para los del cine de animación (las maravillosas Rango y Winnie the Pooh, la muy simpática Rio), pero en general, los estrenos más mayoritarios han resultado decepcionantes (Sucker Punch, Código Fuente). Y eso las películas que parecían tener algo que aportar. Sin embargo dos películas comerciales muy esperadas que anuncian la llegada de los estrenos veraniegos (que en el cine se adelanta más de un mes, como la Navidad para el Corte Inglés), no han supuesto en absoluto una decepción, sino un entretenimiento de primer orden, que no engañan a nadie, dan exactamente lo que prometen, e incluso algo más.



Scream 4 comienza con la que tal vez sea la mejor escena de apertura de toda la saga (que como sabemos los fans de la misma, suelen ser uno de los mejores momentos de cada película), rivalizando con la ya mítica muerte de Drew Barrymore. Paródica, divertidísima, referencial, haciendo burla de su propia condición de metacine... E igualmente consiguiendo hacernos saltar de la butaca.  A partir de ahí nos espera una nueva entrega que no desmerece en absoluto a sus predecesoras, es más, supera a las dos entregas más recientes poniéndose a la altura de la primera. Una pena que sus comienzos en taquilla hayan sido tan desalentadores, porque nos encontramos con uno de los mejores slasher en años. Y aunque es cierto que se le podría reprochar que desde 1996 parece que no haya cambiado nada, es decir,  esta cuarta entrega realmente no aporta nada nuevo a la saga, su principal defecto se convierte en una de sus virtudes: Scream 4 es también un regalo para los nostálgicos del terror noventero. Es una pena, porque hacia el final, en su resolución, parece decidida a arriesgar, a revolucionar un poco el previsible panorama del terror adolescente, con ese tono de lucha generacional, de recogida de relevo del que no voy a dar más detalles para no amargar sorpresas a futuros espectadores. No obstante, aunque al final no llegue tan lejos como podría haberlo hecho, la resolución es mucho más ingeniosa, cínica, divertida y sorprendente de lo que este género nos tiene acostumbrado (incluidas las resoluciones de las tres anteriores Scream).

Si la película tiene una clara pega hay que encontrarla en su reparto. Pero no, como yo me esperaba en un principio, en las nuevas incorporaciones (todas ellas magistrales, luego me centro en ellas), sino en el trío protagonista de la saga.  No sé si se debe a que es la primera vez que veo una película de Scream en versión original, pero la mayor decepción me la han dado Neve Campbell, Courtney Cox y David Arquette (de este último no puedo hablar tampoco de decepción, porque siempre lo he aborrecido). Siempre había pensado que Cindy Prescott era una muy digna heroína de la saga, siempre la víctima, siempre tan correcta, pero me precían que actriz y personaje concordaban a la perfección. De la misma forma me pasaba con Gale Weathers y Courtney Cox, que probablemente era mi personaje favorito de la serie. En esta nueva película, la primera se pasea con desgana y aburrimiento, carente de carisma, mientras que la segunda recita sus frases sin convicción y además se ve perjudicada por el escaso desarrollo que se le da a su personaje (aunque menor todavía se le da al de Arquette, por cierto, siempre que la película se centra en el matrimonio de Dewey y Gale pierde el interés de los espectadores). Ninguno de los tres ha sido nunca un gran actor, pero no me imaginaba que pudieran ser tan nefastos, y más cuando siempre me dieron el pego en las anteriores películas.

Pero afortunadamente, esta es la película en la que también encontramos las mejores interpretaciones de la saga. Rory Culkin está muy bien como cinéfilo friki, Marley Shelton, recuperada tras robar cada escena de Planet Terror compone una policía delirante, nada sutil y muy caricaturizada que va genial con el tono que debería tener toda la película (eso sí, que nadie se la espera a la altura de su papel en la peli de Rodríguez), y Allison Brie (feliz presencia para todos los fans de Mad Men) está fantástica como la agente sin escrúpulos de Cindy, también al igual que Shelton dando en su interpretación con el tono perfecto que esta película requiere. Pero quienes merecen capítulo aparte, y son sin duda las estrellas absolutas de Scream 4 son Emma Roberts y especialmente Hayden Panettiere. Ellas se hacen dueñas absolutas de la película, derrochando energía, compromiso y respeto por la saga, así como grandes dosis de autoparodia. La segunda consigue además la combinación perfecta de sentido del humor, de espíritu de chica dura del instituto y de fragilidad con un magnetismo arrollador. Ellas dos son los grandes descubrimientos de la película, y a las que espero, podamos seguir viendo. En esta película son la antítesis de los adolescentes de las películas de terror actuales, componiendo personajes con dimensión y personalidad. Que nadie se espere un retrato profundo de la adolescencia de hoy en día, sus composiciones van al servicio de una película del género, pero al menos no resultan intercambiables, sino memorables. Tal vez los dos mejores personajes de la saga, y gracias a sus jóvenes actrices. Entre el reparto figura además una serie de cameos que no tiene desperdicio.


En resumen: fans del género y de la saga, no os perdáis Scream 4. Una muy digna sucesora, divertidísima en su referencialidad, y que porporciona buenas dosis de saltos y tensión, así como momentos descacharrantes, pues se toma en serio lo justo.


Por otra parte, acaba de llegar a la cartelera Thor, nueva y enésima película de un superhéroe del universo Marvel. La diferencia es que ésta viene dirigida por Kenneth Branagh. Desde que apareció el primer trailer de la película, que parecía anunciar una película más de superhéroes, yo me negaba a creer que fuera otro producto veraniego olvidable e insultante para el espectador medio, por la sencilla razón de que alguien tan interesante e inteligente como Branagh, se encontraba detrás de las cámaras. Y en efecto, Thor da mil vueltas al resto de películas Marvel, pero eso no es mucho mérito, dado que todas ellas son auténticos despropósitos cinematográficos (con las excepciones del Hulk de Ang Lee, y algún momento de las irregulares series de X-Men y Spiderman). Thor es una gran película de acción y fantasía, que de no ser porque no goza de las pretensiones pseudo filosóficas y la parafernalia atormentada del díptico del Hombre Murciélago de Nolan, no desmerecería a su lado.


Muchos son los elementos que hacen de Thor una película fascinante. Por un lado la mano maestra de Branagh, enfrentándose a la que sin duda alguna es su película más arriescada, alejándose de sus tendencias autorales para hacer una película de superhéroes. La personalidad de su director le ha sentado de perlas a la película, que se beneficia de la pasión del mismo por la mitología y por la obra de Shakespeare. Así, la recreación de los distintos planetas es cuidada y de una belleza visual muy camp e imaginativa, reaccionando el espectador maravillado ante la preciosista y barroca puesta en escena, en ocasiones reminiscente de Dune. De la misma manera, los personajes son tratados con igual atención y dotados a la vez de grandilocuencia y de sentido del humor, y a la trama de los dos hermanos, muy shakespeareana también consigue sacarle Branagh todo el partido posible, dentro de los límites del género.  La combinación de épica y humor es constante en la película, y uno de sus mayores aciertos, consiguiendo resultar emocionante en el primer aspecto (Odín interviniendo por Thor desde Alsgard), como refrescante en el segundo (la relación de Thor con Jane, o el contraste de Thor y sus amigos en la Tierra), y esa curiosa mezcla pasa a ser una de las reflexiones más interesantes de la película: la extrañeza que provoca el elemento mítico en la sociedad contemporánea, acompañada de esa necesidad que tenemos de  volver a la ingenuidad de creer en el mito. Ese es el grito de guerra del Thor de Branagh.


Por otro lado hay que destacar el buen hacer de sus intérpretes. Ya nos esperábamos maestría en Anthony Hopkins, que le da a su Odín la presencia regia y majestuosa que requiere, así como en Natalie Portman, que nos garantizaba una "chica del héroe" cuanto menos atípica, y que a su vez resulta entrañable y muy divertida. Y las fugaces apariciones de Renne Russo se agradecen (aunque saben a poco), para quienes la extrañamos en la gran pantalla, de hecho su presencia parece también reivindicar el carisma perdido de las producciones de acción noventeras. Pero es Chris Hemsworth el descubrimiento de la película, destinado a convertirse en la esperanza del cine de acción, recuperando el sentido del humor, la personalidad y la impresionante presencia física que en su tiempo poseían Bruce Willis o Mel Gibson, y que hacía tiempos que no se vislumbraba en ningún héroe de acción moderno, más preocupados en el apartado "presencia física" que en los de "personalidad". Chris Hemsworth es un Thor memorable, que nos deja con la boca abierta en las escenas de acción, nos provoca la carcajada en sus momentos cómicos, nos enternece poniéndose romántico y nos convence de que sin duda él debe reinar tanto en Alsgard como entre la galería de superhéroes cinematográficos recientes.

                         

Difícil sacar pegas a una película que cumple con cada uno de sus cometidos a la perfección, que entretiene y emociona y que tiene una personalidad propia, que carece de complejos y se atreve con una fórmula que parecía pasada de moda (en muchos momentos me recordó a El Quinto Elemento, aunque sin superarla, en ésta la relación de la pareja protagonista es mucho más elaborada, uno de los puntos flacos de Thor), que se acerca a la magia con fe en la propia magia, con ingenuidad y candidez, pero a la vez con una grandiosidad bíblica, todo ello sin renunciar al humor ni al camp. Una pena la necesidad de los productores de enlazar a esta película con valor en sí misma a una futura saga/franquicia, que nos hace pensar si esta película no es una excusa para llevarnos a los futuros e inminentes Los Vengadores. Sean los motivos que sean los que han impulsado a la película, lo que no cabe duda es que es una fantástica película fantástica que resulta refrescante y desentumece un género oxidado, que nos hace recuperar la fe en la magia, en los dioses, en los superhéroes y en las superproducciones made in Hollywood.





Y por favor, permítanme una última sugerencia: ya puestos nostálgicos del terror, nostálgicos del fantástico, pónganse nostálgicos de la animación y háganse un favor yendo a ver Winnie the Pooh. Es una auténtica preciosidad que nos recuerda la inocencia de la animación anterior,  con el encanto de los entrañables personajes del Bosque de los 100 Acres, con todos los valores que siempre han transmitido de oda a la amistad, con sus conflictos lingüísticos y divertidos juegos de palabras, sus tiernas canciones (esta vez cantadas por Zooey Deschanel, tan irresistiblemente mona como cualquier personaje de la película), con una animación tradicional, colorista, naïve, no son sino preciosas ilustraciones de cuento en movimiento. Y con el absurdo humor de todos los cándidos personajes. Esta vuelta al pasado llevada con tanta fidelidad, sin perder ni un ápice de su esencia, sin adaptarse para nada a los tiempos que corren (lo que es de admirar, visto el camino del género en su mayoría), sino defendiendo con uñas y dientes la fe en la imaginación y en la magia de la infancia. No se pierdan además el corto introductorio, La Balada de Nessie, conmovedor.



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