martes, 18 de enero de 2011

... Somewhere When the Rainbow is Enuf

Con este título tan Judy Garland quiero englobar dos películas vistas recientemente que solo tienen en común mi motivación por verlas en un mismo momento. Son los nuevos trabajos como directores de Sofia Coppola y Tyler Perry: Somewhere y For Colored Girls.



   Advertencia: lo que sigue es un análisis de una película de Sofia Coppola

Hecha la advertencia, sabemos que estamos ante una película en la que pasan muchas cosas, pero todas pasan dentro del espectador. Estamos ante una película que crea una atmósfera, un ambiente, y que bajo la aparente tranquilidad y rutina en la que se desarrollan los acontecimientos, un auténtico maremoto emocional se está agitando en el interior de los personajes. Y aunque el maremoto no parezca destruir nada de forma palpable, se manifiesta constante pero sutilmente, en esta preciosa y triste hitoria de un famosísimo actor americano que va a pasar unos días con su hija a la que apenas ve.  Pero no os asustéis, no estamos ante una de esas películas en las que padre e hija no se entienden, al principio ninguno quiere estar con el otro pero no les queda más remedio que aguantarse y poco a poco van descubriendo lo que les une, hasta que todos son felices y se quieren mucho. No, aquí padre e hija se quieren mucho, y quieren pasar tiempo juntos, pero apenas se conocen. Y Sofia Coppola ha creado un precioso cuento de hadas ambientado en su castillo particular, el legendario Chateau Marmont de Los Angeles, en el que el rey de la ciudad se encuentra solo y perdido, pero su princesa, su hija Cleo, como una aparición celestial, aparecerá en su vida pintándole un corazón en la escayola de su brazo. 


Muchas escenas parecen formar parte de un precioso sueño, de un cuento extraño en el que las cortesanas agasajan al rey con sofisticados lap dances y en el que nuestros héroes se acercan el uno al otro, llegan a entenderse mientras juegan al Guitar Hero, o ven Friends doblado al italiano en un hotel de Milán. Porque no necesitan hablar, porque en ese frágil vínculo que sin embargo une férreamente a un padre y una hija que no saben nada el uno del otro no caben las conversaciones trascendentales, eso no es real, no sucede. SPOILER de hecho es precioso y conmovedor que el momento que uno decide para sincerarse es cuando apenas tiene unos segundos antes de despedirse, y son segundos en los que el ruido lo inunda todo, a diferencia del resto de la película, que transcurre en un silencio y una calma que invita a hablar, pero en el que la mítica confesión nunca tiene lugar, la vida es así de irónica y contradictoria. FIN SPOILER. Las confesiones de sentimientos al desnudo tienen lugar de forma espontánea e inesperada, como ese conmovedor momento de angustia que sufre Cleo en el coche, al que su padre reacciona tiernamente abrazándola...y llevándola a un casino de Nevada. Pero que no suceda no quiere decir que a la película no le acompañe ese sentimiento de culpa, esa pena que siente un padre que ve a una preciosa desconocida que (parece que) no le ha necesitado para crecer. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que este actor es el primer personaje de Coppola que, de pronto, no le tiene miedo a crecer, que en la paternidad recién encontrada se encuentra a sí mismo cuando más perdido estaba, y, haciendo monerías en la piscina con su hija tal vez piense, "qué feliz soy así". Y esta revelación va impregnándose en la película poco a poco y en todas sus escenas de una forma mágica. Entra sin querer, cuando un padre todavía ausente ve patinar a su hija al son de Gwen Stefani y queda prendado de su talento y delicadeza. Y las cuchillas de sus patines rompen el hielo (toma chascarrillo facilón), a la par que ponen en evidencia la ausencia de este hombre en la vida de su hija. 
Pero es tras ese viaje a Milán, en el que padre e hija regresan agotados a su "castillo" y se tumban en un sofá, cuando el instante de mayor magia se produce. De pronto un miembro del servicio se les acerca y se ofrece a cantarles una canción mientras toca la guitarra. Toca una preciosa versión de Teddy Bear de Elvis Presley mientras Cleo se adormece en el hombro de su padre, y se acurruca. Lo especial del momento hace que uno dude de si se ha soñado o es real, y de pronto el hombre más solitario de este mundo conoce el contacto humano, el cariño de una hija, la calidez de alguien que quiere ser cuidada por ti. Ambos se quieren, se necesitan, pero no suelen tenerse. Aunque qué importa eso en ese momento, están juntos y escuchan a Elvis.
Muchos son los que odian a Sofia Coppola y su estilo, se quejan de que no pase nada en sus películas y de que hace siempre lo mismo. Con respecto a lo primero, considero que en sus obras no deja nunca de suceder algo, en cada escena nuevos sentimientos afloran en unos personajes que no dejan de desarrollarse a medida que les vamos conociendo, pero el cine de Coppola es sutil y delicado, es muy inteligente. Es un cine que nos emociona cuando sus dos protagonistas simplemente están probando helados en la cama de un hotel. Que resume la vida de un personaje durante una prueba de maquillaje. Y sí, de nuevo lo que centra su película es la soledad que sentimos cuando estamos perdidos en nuestra vida, cuando lo que creíamos que queríamos no nos hace felices. Y de cómo en ese momento confuso de la vida siempre hay algo a lo que agarrarnos, que nos impulsa y da valor para avanzar. Pero bueno, Scorsese llevará su centésima película sobre mafias y/o violencia y seguirá siendo un genio, porque en cada película aporta algo nuevo. Igual le pasa a la Coppola, que en esta, a mi modo de ver su película más poética y probablemente también la más luminosa y melancólica, nos regala un profundo viaje a la recuperación de la paternidad, a la fe en las segundas posibilidades en la vida. Y todo gracias a un guión espléndido  en su sutileza y delicadeza, gracias a las habitaciones, pasillos, jardines y balcones del Chateau Marmont, que es un gusto conocer de la mano de esta fantástica directora, no podría existir mejor lugar para ubicar la película; gracias a, de nuevo, la mejor y más coherente selección musical que soñarse pueda; y gracias a las preciosas creaciones de Stephen Dorff y Elle Fanning, ambos increíbles, en dos interpretaciones desnudas, llenas de sentimiento. Somewhere es una película maravillosa, que te rompe el corazón, pero que te hace pensar que tal vez, en algún lugar en medio de ese desierto, el hombre del Ferrari negro ha encontrado su hogar.


Por otro lado For Colored Girls de Tyler Perry es a todas luces una película fallida. Y es una pena, porque es el errático resultado de una premisa muy valiente, como es llevar a la pantalla el texto teatral de Ntozake Shange. Pero, por muy valiente que sea la traslación al cine de una obra así, la forma de hacerlo se queda en lo fácil y seguro la mayoría de las veces, centrándose en el tremendismo de los brutales dramas que viven las mujeres protagonistas, a sabiendas de que eso estremecerá sin duda al patio de butacas. Sin embargo, la obra, a pesar de todo, deja luz para la esperanza y el optimismo, además de tratar la problemática de esas mujeres de una forma menos superficial y menos plagada de clichés; así como la musicalidad, que es esencial en el texto original.



Pero no todo son pegas en la curiosa película de Tyler Perry. Lo cierto es que muchos de los monólogos están resueltos con solvencia, y destaca en todo momento el uso del color de estas colored girls. Y ya solo el descubrimiento del texto merece la pena, un texto muy sensorial con más reminiscencias poéticas y musicales que teatrales, y eso hace que la película tenga un componente exótico que la hace única. Y a ello ayuda el selecto grupo de actrices convocadas para dar vida a sus protagonistas, conjunto en el que no todas brillan con la misma intensidad. Anika Noni Rose, la mujer de amarillo está espectacular y su forma de llevar la transición de su personaje, el brutal cambio que se produce en su vida es muy impactante para el espectador, no parece la misma persona al principio que al final de la película. Y su monólogo en el hospital es conmovedor. Aunque creo que para transformación la de una maravillosa y bellísima Tessa Thompson, la  mujer púrpura, tan inocente y luminosa, pero también sacudida por la tragedia. Puede que sea mi favorita. Su monólogo es también de gran belleza, y ella le saca mucho partido. Phylicia Rashad como Gilda es un prodigio a la hora de encarnar el remanso de paz que es su personaje, sus miradas a Thandie Newton lo dicen todo. Ésta resultará más divisiva entre los espectadores, así como su madre en la ficción Whoopi Goldberg, pues son personajes más explosivos, pero así como en Thandie Newton a mí me funciona, y no creo que sus gritos maten toda la frustración y fragilidad de su personaje, en Goldberg hay algo que me chirría más, y no es que esté acostumbrado a verla más en comedia, no sé, hay algo postizo en su actuación. Kimberly Elise y Loretta Devine han sido dos descubrimientos de lo que son capaces de hacer estas dos mujeres. Increíbles creaciones las de sus personajes, me gusta verlas en paralelo, porque mientras la primera es la encarnación de la tristeza, de la mujer a la que siempre le faltará algo que la complete para ser feliz, que tiene un vacío enorme en su interior y que vive presa del miedo, Loretta Devine es, independientemente de los disgustos que se ve obligada a soportar; un rayo de luz, el optimismo, la vitalidad e iniciativa, sin dejar por ello de ser conmovedora en su fuerza reflexiva. Janet Jackson, habitual del director, compone un personaje de alta ejecutiva que es totalmente caricaturesco y plano, pero sorprendentemente en su desgarrador monólogo final está espléndida y perfectamente matizada. Y a Kerry Washington, mi actriz favorita del grupo, le toca en desgracia probablemente el personaje menos agradecido e interesante, pero que ella solventa con su profesionalidad habitual, enriqueciéndolo en cada escena, dotándolo de una bella sensibilidad. 

Ellas son las estrellas de la función, están magníficas, Elise, Rashad, Noni Rose, Devine y Thompson, sobre todo. Y como he dicho antes el tratamiento del color, aunque podría haberse llevado más lejos, es muy hermoso, así como  la sensorialidad que parece intentar evocar, aunque se quede a medio gas.  No es suficiente. En general no es suficiente porque aunque se intuya una belleza muy inusual y refrescante en el texto, aunque el reparto esté deslumbrante y en muchos momentos seamos conscientes por la fuerza de uno y otras de que esto bien llevado hubiera emocionado de una forma nunca antes vista, no está bien llevado, y muchas veces se queda en la superficie de las palabras, en muchas ocasiones da la impresión de que tanto el Tyler Perry director como el Tyler Perry guionista no han entendido bien a estas, por otro lado fascinantes mujeres, y el acercamiento a la obra de Shange ha sido muy superficial, sin captar el color, la música y toda la vida que impregnan sus palabras. Eso sí, el cartel de la película es precioso.  
                                                

No hay comentarios:

Publicar un comentario